En Fisioterapia podemos utilizar el agua como técnica de tratamiento aprovechando sus propiedades mecánicas, térmicas y químicas para estimular, mantener, recuperar, potenciar o facilitar las deficiencias o posibilidades dinámicas del paciente.
A través del agua, en cuanto a su acción mecánica se refiere, podemos beneficiarnos tanto de sus factores hidroestáticos: la presión hidrostática y la compresión según la ley de Pascal en un punto o área localizada a tratar y/o la flotabilidad y peso aparente de un cuerpo sumergido en agua según el Principio de Arquímedes; como de sus factores hidrodinámicos: naturaleza del liquido, superficies de proyección y ángulo de ataque de nuestro cuerpo, velocidad de desplazamiento y las turbulencias o corrientes que pudiéramos incluir en todo tratamiento como elementos desestabilizadores y de progresión en el proceso de recuperación. Por otro lado, en cuanto a la acción térmica del agua se refiere, la temperatura y el tiempo de inmersión son los dos factores más importantes a tener en cuenta en el trabajo en medio acuático.
Trabajar con temperaturas extremas menos de 10º (Fría) o más 38º (Caliente), siendo los 28-30º una temperatura indiferente o neutra, en aplicaciones más o menos prolongadas podemos potenciar en mayor o menor medida los efectos fisiológicos del agua. En resumen, aplicaciones cortas (<10 min aprox.) preferentemente en agua fría estimulan, aplicaciones largas (>10 min.) en agua indiferente o caliente relajan y aplicaciones largas en agua fría relajan pero no disminuye el tono muscular.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario